Tag Archives: Castellano

16/16: hasta siempre, B16 [16 cartas a Benedicto 16]

Barcelona, 28 de febrero de 2013

Querido Benedicto XVI,

Ya termino. Ya termina. Esto va en serio.

Que tenga buen viaje esta tarde en helicóptero. Que pueda dedicarse sosegadamente a la oración y a la meditación, como es su deseo.

Gracias por su largo servicio a la Iglesia, y gracias por continuar prestándolo de este nuevo modo.

Rece por nosotros en su nueva etapa, que nosotros lo haremos por usted.

Hasta siempre,

Marc

15/16: La mirada [16 cartas a Benedicto 16]

Barcelona, 27 de febrero de 2013

Querido Benedicto XVI,

Hoy será la última vez que se nos presentará como Papa en un acto público.

Será la última vez que veremos su sonrisa y su mirada.

De la mirada suya se ha hablado últimamente. Su biógrafo y amigo Peter Seewald comentaba: “está confirmado que [usted] casi ya no ve con el ojo izquierdo”. Marco Tossati ha descrito éste y otros problemas de salud en un reciente artículo.

Y no quería acabar esta serie de cartas sin agradecerle su mirada, profunda y serena, que me impactó ya el día en que por primera vez apareció vestido de blanco ante la multitud.  Aquí recupero esta imagen, esta mirada, de uno de sus viajes, que he usado en ocasiones en este blog.

Hasta mañana,

Marc

14/16: La oración [16 cartas a Benedicto 16]

Barcelona, 26 de febrero de 2013

Querido Benedicto XVI,

En la carta de ayer se me fue el pensamiento con lo del aplauso más largo y me quedó en el tintero un agradecimiento explícito al contenido de su último ángelus, que recoge una de las constantes de su magisterio: la primacía de la oración.

Decía usted: “El Señor me ha llamado a “subir al monte”, para dedicarme aún más a la oración y a la meditación. Pero esto no significa abandonar la Iglesia; en efecto, si Dios me pide esto es sólo para que yo pueda seguir sirviéndola con la misma dedicación y el mismo amor con que he intentado hacerlo hasta ahora, pero de una manera más adecuada para mi edad y para mis fuerzas“.

 De todas las ocasiones en las que ha hablado de la importancia y la utilidad de la oración -algo que para la mentalidad dominante parece más bien poco útil- me quedo con aquel comentario suyo en la audiencia general del 18 de abril de 2012: “la oración nos ayuda a leer la historia personal y colectiva en la perspectiva más adecuada y fiel, la de Dios“.

Gracias, Santo Padre, por querer que los últimos días de su vida -su vida después de Papa- sean una manifestación elocuente de la decisiva importancia que tiene la oración en nuestras vidas. Toda una lección que intentaremos aplicar.

Hasta mañana,

Marc

12/16: Concilio real y concilio virtual [16 cartas a Benedicto 16]

Barcelona, 24 de febrero de 2013

Querido Benedicto XVI,

Ayer le comentaba lo del perdón, y quizás habría que completar el agradecimiento con una referencia al Concilio Vaticano II. La palabra Concilio viene del verbo conciliar, y el diccionario recoge tres acepciones posibles: “Componer y ajustar los ánimos de quienes estaban opuestos entre sí”, “Conformar dos o más proposiciones o doctrinas al parecer contrarias” y “Granjear o ganar los ánimos y la benevolencia, o, alguna vez, el odio y aborrecimiento”.

Con respecto al último concilio ecuménico, en el que tuvo un papel, durante su pontificado usted ha intentado conciliar las dos grandes líneas de interpretación que se siguieron de este acontecimiento. Uno de sus últimos discursos, el del 14 de febrero dirigido al clero de Roma, nos ha dejado una buena explicación de la disparidad de pareceres -las dramáticas rupturas en algunos casos- dentro y fuera de la Iglesia en el post concilio: “Estaba el Concilio de los Padres —el verdadero Concilio—, pero estaba también el Concilio de los medios de comunicación. Era casi un Concilio aparte, y el mundo percibió el Concilio a través de éstos, a través de los medios. Así pues, el Concilio inmediatamente eficiente que llegó al pueblo fue el de los medios, no el de los Padres. Y mientras el Concilio de los Padres se realizaba dentro de la fe, era un Concilio de la fe que busca elintellectus, que busca comprenderse y comprender los signos de Dios en aquel momento, que busca responder al desafío de Dios en aquel momento y encontrar en la Palabra de Dios la palabra para hoy y para mañana; mientras todo el Concilio —como he dicho—se movía dentro de la fe, como fides quaerens intellectum, el Concilio de los periodistas no se desarrollaba naturalmente dentro de la fe, sino dentro de las categorías de los medios de comunicación de hoy, es decir, fuera de la fe, con una hermenéutica distinta. Era una hermenéutica política. Para los medios de comunicación, el Concilio era una lucha política, una lucha de poder entre diversas corrientes en la Iglesia. Era obvio que los medios de comunicación tomaran partido por aquella parte que les parecía más conforme con su mundo”.

No ha faltado quien ha interpretado este discurso como una forma que tiene usted de condicionar -con una lectura determinada del Concilio- la elección del futuro Papa. En realidad, estas ideas no son nuevas. Usted ya contrapuso dos hermenéuticas en un discurso importante de la navidad de 2005: “Por una parte existe una interpretación que podría llamar “hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura”; a menudo ha contado con la simpatía de los medios de comunicación y también de una parte de la teología moderna. Por otra parte, está la “hermenéutica de la reforma”, de la renovación dentro de la continuidad del único sujeto-Iglesia, que el Señor nos ha dado; es un sujeto que crece en el tiempo y se desarrolla, pero permaneciendo siempre el mismo, único sujeto del pueblo de Dios en camino“.  Apostaba, claro está, por la renovación dentro de la continuidad, y no dudaba en señalar las consecuencias negativas de la otra opción (véase, por ejemplo, el discurso a la Rota Romana de enero de 2007).

Todo esto lo contaba no sin cierta gracia el gran experto Salvador Aragonés, que estaba de corresponsal en Roma durante los años posteriores al Concilio. Decía este periodista que para algunas personas existía, por un lado, el Vaticano Secondo, y por otro, el Vaticano Secondo Me.

Pues eso, gracias, Santo Padre, por rescatar el concilio real y ponerlo a la vista de todos.

Hasta mañana,

Marc

11/16: Perdón [16 cartas a Benedicto 16]

Barcelona, 23 de febrero de 2013

Querido Benedicto XVI,

Ayer le comentaba lo agradecido que estaba por la trilogía sobre Jesús de Nazaret. El último volumen es quizás el más divulgativo, que no superficial. Saltó a la primera página de los periódicos por la polémica acerca de la presencia o no de la mula y el buey en Belén. ¿Qué cosas, verdad? En fin, no voy a ser yo -periodista de vocación y de profesión- quien se tire piedras sobre nuestro propio tejado, pero lo cierto es que a veces tenemos muy poco sentido de la noticia.

En ese libro, había otros muchos pasajes de mayor interés. Por ejemplo, cuando nos explicaba por qué la redención que viene a traer Jesús consiste en el perdón de los pecados. Decía: “El hombre es un ser relacional. Si se trastoca la primera y fundamental relación del hombre –la relación con Dios- entonces ya no queda nada más que pueda estar verdaderamente en orden. De esta prioridad se trata en el mensaje y el obrar de Jesús. Él quiere en primer lugar llamar la atención del hombre sobre el núcleo de su mal y hacerle comprender: Si no eres curado en esto, no obstante todas las cosas buenas que puedas encontrar, no estarás verdaderamente curado”. El pecado es  “una suerte de parálisis del espíritu, de la que solamente puede liberarnos la fuerza del amor misericordioso de Dios“.

Esta liberación empieza, nos dijo en el Líbano, por la conversión del corazón: “Sin ella, las tan deseadas “liberaciones” humanas defraudan, puesto que se mueven en el reducido espacio que concede la estrechez del espíritu humano, su dureza, sus intolerancias, sus favoritismos, sus deseos de revancha y sus pulsiones de muerte. Se necesita la transformación profunda del espíritu y el corazón para encontrar una verdadera clarividencia e imparcialidad, el sentido profundo de la justicia y el del bien común. Una mirada nueva y más libre hará que sea posible analizar y poner en cuestión los sistemas humanos que llevan a un callejón sin salida, con la finalidad de avanzar, teniendo en cuenta el pasado, con sus efectos devastadores, para no volver a repetirlo. Esta conversión que se requiere es exaltante, pues abre nuevas posibilidades, al despertar los innumerables recursos que anidan en el corazón de tantos hombres y mujeres deseosos de vivir en paz y dispuestos a comprometerse por ella. Pero es particularmente exigente: hay que decir no a la venganza, hay que reconocer las propias culpas, aceptar las disculpas sin exigirlas y, en fin, perdonar. Puesto que sólo el perdón ofrecido y recibido pone los fundamentos estables de la reconciliación y la paz para todos (cf. Rm 12,16b.18)”. Y es precisamente el perdón de Dios” lo que “da la fuerza de la conversión.

Un perdón de Dios que se obtiene en el sacramento de la confesión, que es “reconocer nuestra culpa y conocer que ante Dios somos insuficientes, somos culpables, no estamos en la justa relación con él“.

Gracias, santo Padre, por hablarnos de perdón y reconciliación, y de demostrarlo con obras en ocasiones que exigían un gran heroísmo, como el indulto que concedió al culpable del Vatileaks.

Hasta mañana,

Marc

10/16: Jesús de Nazaret [16 cartas a Benedicto 16]

Barcelona, 22 de febrero de 2013

Querido Benedicto XVI,

Lo de Barcelona fue el año 2010, hacia noviembre. Al año siguiente llegó el segundo libro -y central- de su trilogía sobre Jesús de Nazaret. Trataba sobre los misterios principales de nuestra fe, que ocurrieron entre la entrada de Jesús en Jerusalén hasta la Resurrección. El tercer volumen ha llegado con la Navidad pasada, y trató sobre la infancia de nuestro Señor.

Por si a alguien le quedaba alguna duda, con esta obra de síntesis y de precisión ha querido remachar la idea de que Jesús es lo esencial. “Podría decirse, exagerando un poco, que quería encontrar al Jesús real“, dejó escrito; y añadió “he tratado de desarrollar una mirada al Jesús de los Evangelios, un escucharle a él que pudiera convertirse en un encuentro; pero también, en la escucha en comunión con los discípulos de Jesús de todos los tiempos, llegar a la certeza de la figura realmente histórica de Jesús“.

El libro supuso el impulso decisivo de este blog, con aquello de las 55 preguntas. Básicamente, leí deprisa y corriendo y tomé nota de los pasajes que más me llamaron la atención. Ya me perdonará, porque quedaron muchas en el tintero. Entre las preguntas que más éxito tuvieron figuran estas diez:

– ¿Es verdad lo que se cuenta de Jesús en el Nuevo Testamento?

– ¿Es Jesús Dios?

– ¿A qué hora murió Jesús?

– Si lo que se cuenta en el Nuevo Testamento es cierto ¿Por qué hay puntos en los que los historiadores discrepan?

– ¿Cuántos investigadores son citados por Joseph Ratzinger-Benedicto XVI en la bibliografia de su ‘Jesús de Nazaret’?

– ¿Qué le ocurre a Jesús en el huerto de Getsemaní que sea dramáticamente importante para las personas de todos los tiempos?

– Jesús dice: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28,20) ¿Cómo lo consigue? ¿Dónde está?

– ¿Por qué se dice que Jesús “subió” a Jerusalén?

– ¿Qué importancia tiene la resurrección de Jesús?

– ¿Qué pide Jesús a sus discípulos cuando da su Madre María a Juan?

Gracias, Benedicto XVI, por descubrirnos a Jesús.

Hasta mañana,

Marc

9/16: Barcelona [16 cartas a Benedicto 16]

Barcelona, 21 de febrero de 2013

Querido Benedicto XVI,

Le prometí en la última carta comentarle mis impresiones del viaje a Barcelona. En su día publiqué un amplio resumen en este blog y un enlace a los principales discursos.

Recuerdo los meses de preparación como una temporada muy intensa y muy ilusionante. Quizás algún día, si nos vemos, le contaré más detalles sobre las iniciativas que pusimos en marcha, los católicos catalanes. Recuerdo el enorme trabajo del padre jesuita Enric Puig, coordinador del evento, y la aportación de Jordi Roigé en la comunicación, y la gran retransmisión que hizo la TV3 de Mónica Terribas. Recuerdo también el almuerzo de ese día, después de asistir a la Misa en la Sagrada Familia, con los amigos Austen y Mario, regada con buen vino servido en el Gran Café de la calle Avinyó. Ese restaurante, situado a cinco minutos de la plaça Sant Jaume -corazón político de la ciudad- fue testigo meses antes de otra comida, que dio para mucho en cuanto a organización del viaje se refiere. Pero eso es harina de otro costal. Además, si como todo parece indicar usted no saldrá del Vaticano, tampoco podrá pasarse un día por allí a comer. Por otro lado, el estilo decorativo del local no pega mucho con el de la Taberna Tirolesa de la calle Vitteleschi a dónde solía ir cuando era Cardenal.

Volviendo a lo del viaje a Barcelona, imagino que Gaudí estaría viendo toda la celebración muy contento desde el Cielo. El amigo Etsuro, escultor de referencia, estaba gozoso entre el público. Este japonés lleva media vida dejada entre las piedras de este templo, la primera catedral europea del siglo XXI.

Si tiene un rato, Santo Padre, mírese este vídeo de los amigos de Rome Reports. Alberto, uno de los que hacen posible esta agencia, estaba aquel día de noviembre en Barcelona, colaborando decisivamente en la comunicación del acto.

Pues eso, gracias por venir a Barcelona.

Hasta mañana,

Marc

8/16: Un papa viajero, también [16 cartas a Benedicto 16]

Barcelona, 20 de febrero de 2013

Querido Benedicto XVI,

La reflexión sobre la política que hicimos ayer, a propósito del viaje a Londres, dejó pasar por alto un hecho remarcable, que es motivo de agradecimiento. Me refiero a los viajes. En las cartas que llevamos -esta es la octava- usted ya ha estado en Jordania, en Londres y en Ratisbona. Pero los lugares han sido muchos otros. Permítame que se los enumere, de más a menos reciente:

No me imagino a muchos ancianos con este ritmo de viajes y, sobretodo, con las agendas de trabajo que suponen cada uno de ellos. Además, cabe sumar los viajes dentro de Italia. Espero no dejarme ninguna ciudad:

las zonas afectadas por el terremoto de Emilia Romaña,

Arezzo, La Verna, Sansepolcro,

Lamezia Terme, Serra San BrunoAnconaSan MarinoAquilea, VeneciaPalermoCarpineto RomanoSulmonaTurínBrescia, ConcesioViterbo, BagnoregioSan Giovanni RotondoCassino y Montecassinolas zonas de los Abruzos afectadas por el terremotoPompeyaCagliariSanta María di Leuca, BríndisiSavona, GénovaNápolesVelletriVigévano, PavíaVeronaManoppello y Bari.

Gracias por aceptar tantas invitaciones a visitar tantos lugares, a pesar de su avanzada edad y del trabajo que supone. En mi caso, el viaje a Barcelona ocupa un lugar singular. Pero esto lo trataremos en la siguiente carta.

Ha mantenido la tradición iniciada por el gran Juan Pablo II: el Papado es un servicio que se hace en ruta, viajando.

Hasta mañana,

Marc

7/16: Política y religión, consenso y verdad [16 cartas a Benedicto 16]

Barcelona, 19 de febrero de 2013

Querido Benedicto XVI,

Jordania, decíamos ayer, fue uno de los lugares donde pronunció palabras sobre el diálogo con el mundo musulmán. Hubo muchos otros viajes y muchos otros discursos memorables. Quisiera agradecerle en concreto, santo Padre, el que pronunció en Westminster, sede del Parlamento de Londres, corazón de la democracia británica, en 2010.

El viaje, en su conjunto, fue memorable. Recuerdo especialmente el discurso a los jóvenes escolares, en el que abría a los oyentes horizontes de santidad: “Necesitamos tener el valor de poner nuestras esperanzas más profundas solamente en Dios, no en el dinero, la carrera, el éxito mundano o en nuestras relaciones personales, sino en Dios”.

El encuentro con representantes de la sociedad británica nos regaló un texto y un contexto insólitos: el Papa de Roma trazando las líneas que delimitan el papel de la religión y de las creencias en el mundo político en un país y un lugar con multisecular presencia de prejuicio antirromano y antipapista. Dijo allí, ante los poderosos del gran país que es el Reino Unido: “¿Dónde se encuentra la fundamentación ética de las deliberaciones políticas? La tradición católica mantiene que las normas objetivas para una acción justa de gobierno son accesibles a la razón, prescindiendo del contenido de la revelación. En este sentido, el papel de la religión en el debate político no es tanto proporcionar dichas normas, como si no pudieran conocerlas los no creyentes. Menos aún proponer soluciones políticas concretas, algo que está totalmente fuera de la competencia de la religión. Su papel consiste más bien en ayudar a purificar e iluminar la aplicación de la razón al descubrimiento de principios morales objetivos“. Perseguir el consenso por el consenso, por la mera racionalidad finalista, no lleva a ninguna parte. La religión ayuda, así, a combatir lo que meses más tarde, en otro discurso, denominaría la “ceguera de la razón hacia lo que es esencial”, y ayuda a la razón a “conservar su capacidad de ver lo esencial, de ver a Dios y al hombre, lo que es bueno y lo que es verdadero”.

A los amantes del consenso, les plantea preguntas que aún hoy esperan respuesta por parte de los relativistas: “Y la política, en vista de la imposibilidad de poder contar con un consenso sobre la verdad y apoyándose en esto, ¿no se convierte acaso en instrumento de ciertas tradiciones que, en realidad, son sólo formas de conservación del poder? Pero, por otro lado, ¿qué ocurre si la verdad no cuenta para nada? ¿Qué justicia será entonces posible? ¿No debe haber quizás criterios comunes que garanticen verdaderamente la justicia para todos, criterios fuera del alcance de las opiniones cambiantes y de las concentraciones de poder? ¿no es cierto que las grandes dictaduras han vivido a casua de la mentira ideológica y que sólo la verdad ha podido llevar a la liberación?

Gracias por arrojar luz sobre la relación entre política y religión y entre consenso y verdad.

Hasta mañana,

Marc

6/16: El diálogo con el Islam: Ratisbona, Jordania y el Moro de Freising [16 cartas a Benedicto 16]

Barcelona, 18 de febrero de 2013

Querido Benedicto XVI,

Lo de la unidad dentro de la Iglesia, que le comentaba ayer, tiene su continuidad lógica en el diálogo con otros que no confiesan a Cristo, sino que pertenecen a otros credos. El diálogo intereligioso ha tenido también sus vaivenes, durante estos años. ¿Se acuerda de la polvareda que levantó su discurso en Ratisbona el 2006? ¡Dios mío! aquello parecía dar razón al choque de civilizaciones que auguraba Samuel Huntington…

La frase -siempre hay una chispa que enciende la mecha- fue una cita prestada del emperador Manuel II el Paleólogo, que decía: «Muéstrame también lo que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malas e inhumanas, como su disposición de difundir por medio de la espada la fe que predicaba». En la versión que finalmente se publicó en la web del Vaticano, usted añadió esta aclaración: “Lamentablemente, esta cita ha sido considerada en el mundo musulmán como expresión de mi posición personal, suscitando así una comprensible indignación. Espero que el lector de mi texto comprenda inmediatamente que esta frase no expresa mi valoración personal con respecto al Corán, hacia el cual siento el respeto que se debe al libro sagrado de una gran religión. Al citar el texto del emperador Manuel II sólo quería poner de relieve la relación esencial que existe entre la fe y la razón. En este punto estoy de acuerdo con Manuel II, pero sin hacer mía su polémica“.

Siempre yendo a lo esencial. Siempre de frente, con una honestidad intelectual que no digieren todos los estómagos. Con la verdad por delante, aunque acarree antipatías. Y, en efecto, aquello levantó mucha polvareda. No obstante, con el paso de los días se tornó en una oportunidad para ahondar en el diálogo. Queda como muestra la carta de 138 líderes musulmanes en 2007 y el posterior foro católico-musulmán de 2008.

En Jordania, a modo de epílogo de Ratisbona, usted remarcaba lo que une a los cristianos con los seguidores de Mahoma: “Musulmanes y cristianos, precisamente a causa del peso de nuestra historia común a menudo marcada por incomprensiones, tienen que esforzarse hoy por ser conocidos y reconocidos como adoradores de Dios, fieles a la oración, deseosos de comportarse y vivir según las disposiciones del Omnipotente, misericordiosos y compasivos, coherentes para dar testimonio de todo lo que es verdadero y bueno, recordando siempre el origen común y la dignidad de toda persona humana, que constituye la cumbre del designio creador de Dios para el mundo y para la historia“.

Callado, pero sin perder detalle, ha estado durante todos estos años el moro de Freising que aparece en su escudo papal. Esa cabeza quedará en la historia, para recordar estas incomprensiones. Se trata de un blasón de los obispos de este lugar de Alemania, presente desde hace unos mil años. Su significado se desconoce. Usted lo interpretaba como “expresión de la universalidad de la Iglesia, que no conoce ninguna distinción de raza ni de clase porque todos nosotros “somos uno” en Cristo”.

Gracias por apostar por el diálogo sin sacrificar la verdad.

Hasta mañana,

Marc