Category Archives: Roma

B16 asegura la cercanía con Japón

Tras el terremoto y el tsunami que han asolado Japón, Benedicto XVI ha asegurado a los japoneses su “cercanía en este tiempo difícil”, en un telegrama enviado al arzobispo Leo Jun Ikenaga, SI, presidente de la Conferencia de Obispos del Japón, a través del secretario de estado cardenal Tarcisio Bertone.

Principales anteriores referencias a Japón y a los japoneses en los discursos de Benedicto XVI:

 

2011

9 de marzo: referencia en la audiencia general

13 de marzo: referencia final en el Ángelus

 

2010

3 de febrero: referencia final en la audiencia general, con ocasión de la fiesta de san Pablo Miki y compañeros japoneses

3 de marzo: referencia en la audiencia general

7 de abril: referencia final en la audiencia general

10 de junio: responde a la pregunta de un sacerdote japonés

25 de agosto: referencia final en la audiencia general

1 de septiembre: referencia en la audiencia general

3 de noviembre: referencia en la audiencia general

27 de noviembre: Discurso al señor Hidekazu Yamaguchi, nuevo embajador de Japón ante la Santa Sede

14 de diciembre: reunión con obispos japoneses

 

2009

8 de enero: referencia a la beatificación de 188 mártires en Japón, en un discurso a los miembros del cuerpo diplomático

1 de julio: referencia en audiencia general

7 de julio: recepción al primer ministro de Japón

12 de agosto: referencia final en la audiencia general, con ocasión de un tifón

 

2008

23 de noviembre: referencia final en el Ángelus

 

2007

23 de junio: carta al venerable Kahjun Handa

15 de diciembre: Discurso a la Conferencia Episcopal de Japón en visita ad limina

 

2006

13 de noviembre: Discurso al señor Kagefumi Ueno, nuevo embajador de Japón ante la Santa Sede

 

Discurso del Papa a los miembros de la Curia Romana para felicitar la próxima Navidad

Fuente: http://www.zenit.org/article-37685?l=spanish
* * * * *

Señores cardenales, venerados hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio, queridos hermanos y hermanas,

Me encuentro con vosotros con vivo agrado, queridos Miembros del Colegio Cardenalicio, representantes de la Curia Romana y de la Gobernación, para esta cita tradicional. Os dirijo a cada uno un cordial saludo, empezando por el cardenal Angelo Sodano, a quien doy las gracias por las expresiones de devoción y de comunión, y por los fervientes augurios que me ha dirigido en nombre de todos. Prope est jam Dominus, venite, adoremus! Contemplamos como una única familia el misterio del Emmanuel, del Dios-con-nosotros, como dijo el cardenal decano. Os devuelvo de buen grado vuestras felicitaciones y deseo agradeceros vivamente a todos, incluyendo a los representantes pontificios diseminados por el mundo, la aportación competente y generosa que cada uno presta al Vicario de Cristo y a la Iglesia.

Excita, Domine, potentiam tuam, et veni” – con estas palabras y otras similares, la liturgia de la Iglesia reza repetidamente en los días del Adviento. Son invocaciones formuladas probablemente en el periodo de decadencia del Imperio Romano. La descomposición de los ordenamientos que sostenían el derecho y de las actitudes morales de fondo, que daban fuerza a aquellos, causaban la ruptura de los márgenes que hasta aquel momento habían protegido la convivencia pacífica entre los hombres. Un mundo estaba desapareciendo. Frecuentes cataclismos naturales aumentaban aún más esta experiencia de inseguridad. No se veía fuerza alguna que pudiese frenar aquel ocaso. Tanto más insistente era la invocación del poder propio de Dios: que Él viniera y protegiera a los hombres de todas estas amenazas.

Excita, Domine, potentiam tuam, et veni“. También hoy tenemos nosotros muchos motivos para asociarnos a esta oración de Adviento de la Iglesia. El mundo, con todas sus nuevas esperanzas y posibilidades, está al mismo tiempo angustiado por la impresión de que el consenso moral se está disolviendo, un consenso sin el cual las estructuras jurídicas y políticas no funcionan; en consecuencia, las fuerzas movilizadas para la defensa de estas estructuras parecen estar destinadas al fracaso.

Excita – la oración recuerda el grito dirigido al Señor, que estaba durmiendo en la barca de los discípulos zarandeada por la tempestad y a punto de hundirse. Cuando su palabra poderosa hubo aplacado la tempestad, Él reprochó a los discípulos por su poca fe (cfr Mt 8,26 y par.). Quería decir: en vosotros mismos, la fe se ha dormido. Lo mismo quiere decirnos también a nosotros. También en nosotros la fe a menudo se duerme. Pidámosle por tanto que nos despierte del sueño de una fe que se ha vuelto cansada y que vuelva a dar a nuestra fe el poder de mover las montañas -es decir, de dar el orden justo a las cosas del mundo.

Excita, Domine, potentiam tuam, et veni“: en las grandes angustias, a la que hemos sido expuestos este año, esta oración de Adviento me ha vuelto siempre al corazón y a los labios. Con gran alegría habíamos comenzado el Año sacerdotal y, gracias a Dios, pudimos concluirlo también con gran agradecimiento, a pesar de que se llevara a cabo de forma tan distinta a como esperábamos. En nosotros los sacerdotes, y en los laicos, y precisamente también en los jóvenes, se ha renovado la conciencia de qué don representa el sacerdocio de la Iglesia católica, que el Señor nos ha confiado. Nos hemos dado cuenta nuevamente de qué bello es que los seres humanos hayamos sido autorizados a pronunciar, en nombre de Dios y con pleno poder, la palabra del perdón, y seamos así capaces de cambiar el mundo, la vida; qué hermoso es que los seres humanos hayamos sido autorizados a pronunciar las palabras de la consagración, con las que el Señor atrae hacia sí un trozo de mundo, y en cierta forma lo transforme en su sustancia; qué hermoso es poder estar, con la fuerza del Señor, cerca de los hombres en sus alegrías y sufrimientos, tanto en las horas importantes como en las horas oscuras de la existencia; qué hermoso es tener en la vida como tarea no esto o lo otro, sino sencillamente el ser mismo del hombre – para ayudarle a que se abra a Dios y que viva a partir de Dios. Por eso hemos sido turbados cuando, precisamente en este año y en una dimensión inimaginable para nosotros, hemos tenido conocimiento de abusos contra menores cometidos por sacerdotes, que trabucan el Sacramento en su contrario: bajo el manto de lo sagrado hieren profundamente a la persona humana en su infancia y le acarrean un daño para toda la vida.

En este contexto, me venía a la mente una visión de santa Hildegarda de Bingen que describe de forma conmovedora lo que hemos vivido este año: “En el año 1170 después del nacimiento de Cristo estuve durante largo tiempo enferma en la cama. Entonces, física y mentalmente despierta, vi a una mujer de una belleza tal que la mente humana no era capaz de comprender. Su figura se erguía desde la tierra hasta el cielo. Su rostro brillaba con un resplandor sublime. Su mirada estaba dirigida al cielo. Estaba vestida con una túnica luminosa y radiante de seda blanca y un manto guarnecido de piedras preciosas. En los pies calzaba zapatos de ónice. Pero su rostro estaba embadurnado de polvo; su vestido, por el lado derecho, estaba desgarrado. También el manto había perdido su belleza singular, y sus zapatos estaban ensuciados por encima. Con voz alta y dolorida, la mujer gritó hacia el cielo: ‘¡Escucha, oh cielo, mi rostro está manchado! ¡Aflígete, oh tierra: mi vestido está desgarrado! ¡Tiembla, oh abismo: mis zapatos están ensuciados!’

Y prosiguió: ‘Estaba escondida en el corazón del Padre, hasta que el Hijo del hombre, concebido y dado a luz en la virginidad, derramó su sangre. Con esta sangre, como dote suya, me tomó como su esposa. Los estigmas de mi esposo permanecen frescos y abiertos, mientras estén abiertas las heridas de los pecados de los hombres. Precisamente el que sigan abiertas las heridas de Cristo es por culpa de los sacerdotes. Estos desgarran mi túnica porque son transgresores de la Ley, del Evangelio y de su deber sacerdotal. Quitan el esplendor a mi manto, porque descuidan totalmente los preceptos que se les impusieron. Ensucian mis zapatos, porque no caminan por sendas rectas, es decir, en las duras y severas de la justicia, y tampoco dan buen ejemplo a sus súbditos. Con todo, encuentro en algunos el esplendor de la verdad’.

Y escuché una voz del cielo que decía: ‘Esta imagen representa a la Iglesia. Por esto, oh ser humano que ves todo esto y que escuchas las palabras de lamento, anúncialo a los sacerdotes que están destinados a la guía y a la instrucción del pueblo de Dios y a los cuales, como a los apóstoles, se ha dicho: Id a todo el mundo y anunciad el Evangelio a toda criatura’ (Mc 16,15)” (Carta a Werner von Kirchheim y a su comunidad sacerdotalPL 197, 269ss).

En la visión de santa Hildegarda, el rostro de la Iglesia está cubierto de polvo, y es así como lo hemos visto nosotros. Su vestido está desgarrado – por culpa de los sacerdotes. Así como ella lo vio y expresó, lo hemos vivido este año. Debemos aceptar esta humillación como una exhortación a la verdad y una llamada a la renovación. Sólo la verdad salva. Debemos preguntarnos qué podemos hacer para reparar lo más posible la injusticia cometida. Debemos preguntarnos qué era equivocado en nuestro anuncio, en toda nuestra forma de configurar el ser cristiano, de manera que una cosa semejante pudiera suceder. Debemos encontrar una nueva determinación en la fe y en el bien. Debemos ser capaces de penitencia. Debemos esforzarnos en intentar todo lo posible, en la preparación al sacerdocio, para que una cosa semejante no pueda volver a suceder. Éste es también el lugar para agradecer de corazón a todos aquellos que se han empeñado en ayudar a las víctimas y en devolverles la confianza en la Iglesia, la capacidad de creer en su mensaje. En mis encuentros con las víctimas de este pecado, siempre he encontrado a personas que, con gran dedicación, están al lado de quienes sufren y han sufrido daño. Ésta es la ocasión también para dar las gracias también a tantos buenos sacerdotes que transmiten en humildad y fidelidad la bondad del Señor y que, en medio de las devastaciones, son testigos de la belleza no perdida del sacerdocio.

Somos conscientes de la particular gravedad de este pecado cometido por sacerdotes y de nuestra correspondiente responsabilidad. Pero no podemos tampoco callar sobre el contexto de nuestro tiempo en el que hemos tenido que ver estos acontecimientos. Existe un mercado de la pornografía que afecta a los niños, que de alguna forma parece ser considerado por la sociedad cada vez más como algo normal. La destrucción psicológica de niños, cuyas personas son reducidas a artículo de mercado, es un espantoso signo de los tiempos. Escucho de los obispos de países del Tercer Mundo una y otra vez que el turismo sexual amenaza a una generación entera y la daña en su libertad y en su dignidad humana. El Apocalipsis de san Juan enumera entre los grandes pecados de Babilonia – símbolo de las grandes ciudades irreligiosas del mundo – el hecho de practicar el comercio de los cuerpos y de las almas y de hacer de ellos una mercancía (cfr. Ap 18,13). En este contexto, se plantea también el problema de la droga, que con fuerza creciente extiende sus tentáculos de pulpo en todo el globo terrestre – expresión elocuente de la dictadura de Mammón que pervierte al hombre. Todo placer resulta insuficiente y el exceso en el engaño de la embriaguez se convierte en una violencia que destruye regiones enteras, y esto en nombre de un malentendido fatal de la libertad en el que precisamente la libertad del hombre es minada y al final anulada del todo.

Para oponernos a estas fuerzas debemos echar una mirada a sus fundamentos ideológicos. En los años 70, la pedofilia fue teorizada como algo totalmente conforme al hombre y también al niño. Esto, sin embargo, formaba parte de una perversión de fondo del concepto de ethos. Se afirmaba – incluso en el ámbito de la teología católica – que no existían ni el mal en sí ni el bien en sí. Existirían sólo un “mejor que” y un “peor que”. Nada sería de por sí bueno o malo. Todo dependería de las circunstancias y del fin pretendido. Según los fines y las circunstancias, todo podría ser bueno o también malo. La moral se sustituyó por un cálculo de las consecuencias y con ello dejó de existir. Los efectos de tales teorías son hoy evidentes. Contra ellas el papa Juan Pablo II, en su encíclica Veritatis splendor de 1993, indicó con fuerza profética en la gran tradición del ethos cristiano las bases esenciales de la actuación moral. Este texto debe ser puesto hoy nuevamente en el centro como camino en la formación de la conciencia. Es responsabilidad nuestra hacer nuevamente audibles y comprensibles entre los hombres estos criterios como vías de la verdadera humanidad, en el contexto de la preocupación por el hombre, en la que estamos inmersos.

Como segundo punto quisiera decir algo sobre el Sínodo de las Iglesias de Oriente Medio. Este comenzó con mi viaje a Chipre donde pude entregar el Instrumentum laboris para el Sínodo a los obispos de esos países allí reunidos. Permanece inolvidable la hospitalidad de la Iglesia ortodoxa que pudimos experimentar con gran gratitud. Aunque la comunión plena no nos ha sido dada aún, constatamos con alegría, con todo, que la forma básica de la Iglesia antigua nos une profundamente unos a otros; el ministerio sacramental de los Obispos como portadores de la tradición apostólica, la lectura de la Escritura según la hermenéutica de la Regula fidei, la comprensión de la Escritura en la unidad multiforme centrada en Cristo y desarrollada gracias a la inspiración de Dios y, finalmente, la fe en la centralidad de la Eucaristía en la vida de la Iglesia. Así hemos encontrado de modo vivo la riqueza de los ritos de la Iglesia antigua también dentro de la Iglesia católica. Tuvimos liturgias con maronitas y con melquitas, celebramos en rito latino y tuvimos momentos de oración ecuménica con los ortodoxos y, en manifestaciones imponentes, pudimos ver la rica cultura cristiana del Oriente cristiano. Pero vimos también el problema del país dividido. Se hacían visibles las culpas del pasado y las profundas heridas, pero también el deseo de paz y de comunión como existían antes. Todos son conscientes del hecho de que la violencia no lleva a ningún progreso – ésta, de hecho, ha creado la situación actual. Sólo en el compromiso y en la comprensión mutua puede restablecerse una unidad. Preparar a la gente a esta actitud de paz es una tarea esencial de la pastoral.

En el Sínodo la mirada se extendió también a todo Oriente Medio, donde conviven los fieles pertenecientes a religiones distintas y también a múltiples tradiciones y ritos distintos. En lo que respecta a los cristianos, hay Iglesias precalcedonenses y calcedonenses; Iglesias en comunión con Roma y otras que están fuera de esta comunión, y en ambas existen, uno junto a otro, múltiples ritos. En los desórdenes de los últimos años ha sido turbada la historia de convivencia, las tensiones y las divisiones han crecido, de modo que cada vez más con temor somos testigos de actos de violencia en los que ya no se respeta lo que para el otro es sagrado, sino que al contrario, se derrumban las reglas más elementales de la humanidad. En la situación actual, los cristianos son la minoría más oprimida y atormentada. Durante siglos vivieron pacíficamente junto con sus vecinos judíos y musulmanes. En el Sínodo escuchamos las sabias palabras del Consejo del Mufti de la República del Líbano contra los actos de violencia contra los cristianos. Él decía: hiriendo a los cristianos nos herimos a nosotros mismos. Por desgracia, ésta y otras voces análogas de la razón, por las que estamos profundamente agradecidos, son demasiado débiles. También aquí el obstáculo es la unión entre la avidez de lucro y la ceguera ideológica. Sobre la base del espíritu de la fe y de su racionabilidad, el Sínodo ha desarrollado un gran concepto de diálogo, de perdón y de mutua acogida, un concepto que queremos ahora gritar al mundo. El ser humano es uno solo y la humanidad es una sola. Lo que en cualquier lugar se haga contra un hombre al final daña a todos. Así las palabras y las ideas del Sínodo deben ser un fuerte grito dirigido a todas las personas con responsabilidad política o religiosa para que detengan la cristianofobia; para que se levanten en defensa de los prófugos y de los que sufren y revitalicen el espíritu de la reconciliación. En último análisis, la curación podrá venir sólo de una fe profunda en el amor reconciliador de Dios. Dar fuerza a esta fe, nutrirla y hacerla resplandecer es la tarea principal de la Iglesia en esta hora.

Me gustaría hablar detalladamente del inolvidable viaje al Reino Unido, pero quiero limitarme a dos puntos que están relacionados con el tema de la responsabilidad de los cristianos en este tiempo y con la tarea de la Iglesia de anunciar el Evangelio. El pensamiento sale ante todo al encuentro con el mundo de la cultura en la Westminster Hall, un encuentro en el que la conciencia de la responsabilidad común en este momento histórico creó una gran atención, que, en el fondo, se dirige a la cuestión sobre la verdad y la propia fe. Que en este debate la Iglesia debe dar su propia contribución, era evidente para todos. Alexis de Tocqueville, en su época, había observado que en América la democracia había sido posible y había funcionado porque existía un consenso moral de base que, yendo más allá de las denominaciones individuales, unía a todos. Sólo si existe un consenso semejante sobre lo esencial, las constituciones y el derecho pueden funcionar. Este consenso de fondo procedente del patrimonio cristiano está en peligro allí donde en su lugar, en lugar de la razón moral, se coloca la mera racionalidad finalista de la que he hablado hace un momento. Esto supone en realidad una ceguera de la razón hacia lo que es esencial. Combatir contra esta ceguera de la razón y conservar su capacidad de ver lo esencial, de ver a Dios y al hombre, lo que es bueno y lo que es verdadero, es el interés común que debe unir a todos los hombres de buena voluntad. Está en juego el futuro del mundo.

Finalmente, quisiera recordar una vez más la beatificación del cardenal John Henry Newman. ¿Por qué ha sido beatificado? ¿Qué tiene que decirnos? A estas preguntas se pueden dar muchas respuestas, que ya se han desarrollado en el contexto de la beatificación. Quisiera poner de manifiesto solamente dos aspectos que van unidos y que, a fin de cuentas, expresan lo mismo. El primero es que debemos hablar de las tres conversiones de Newman, porque son los pasos de un camino espiritual que nos interesa a todos. Quisiera subrayar aquí sólo la primera conversión: la conversión a la fe en el Dios vivo. Hasta aquel momento, Newman pensaba como la mayoría de los hombres de su tiempo y como la mayoría de los hombres de hoy, que no excluyen simplemente la existencia de Dios, pero que la consideran como algo inseguro, que no tiene un papel esencial en la propia vida. Lo que a él le parecía verdaderamente real, como a los hombres de su tiempo, era lo empírico, lo que es materialmente perceptible. Ésta es la “realidad” según la cual se orientaba. Lo “real” es lo que es aprehensible, son las cosas que se pueden calcular y tomar en la mano. En su conversión Newman reconoce que las cosas son precisamente al contrario: que Dios y el alma, el ser mismo del hombre a nivel espiritual, constituyen lo que es verdaderamente real, lo que cuenta. Son mucho más reales que los objetos perceptibles. Esta conversión constituye un giro copernicano. Lo que hasta entonces le había parecido como irreal y secundario se revela como lo verdaderamente decisivo. Donde una conversión semejante tiene lugar, no cambia simplemente una teoría, sino que cambia la forma fundamental de la vida. Todos nosotros tenemos siempre necesidad de esta conversión: entonces estamos en el buen camino.

La fuerza motriz que le empujaba en el camino de la conversión, en Newman, era la conciencia. ¿Pero qué se entiende con ello? En el pensamiento moderno, la palabra “conciencia” significa que en materia de moral y de religión, la dimensión subjetiva, el individuo, constituye la última instancia de la decisión. El mundo se divide en los ámbitos de lo objetivo y de lo subjetivo. A lo objetivo pertenecen las cosas que se pueden calcular y comprobar mediante el experimento. La religión y la moral se sustraen a estos métodos y por ello se consideran en el ámbito de lo subjetivo. Aquí no existirían, en último análisis, criterios objetivos. La última instancia que puede decidir aquí sería por tanto sólo el sujeto, y con la palabra “conciencia” se expresa precisamente esto: en este ámbito puede decidir sólo el individuo con sus intuiciones y experiencias. La concepción que Newman tiene de la conciencia es diametralmente opuesta. Para él “conciencia” significa la capacidad de verdad del hombre: la capacidad de reconocer precisamente en los ámbitos decisivos de su existencia – religión y moral – una verdad, la verdad. La conciencia, la capacidad del hombre de reconocer la verdad, le impone con ello, al mismo tiempo, el deber de encaminarse hacia la verdad, de buscarla y de someterse a ella allí donde la encuentra. Conciencia y capacidad de verdad y de obediencia a la verdad, que se muestra al hombre que busca con corazón abierto. El camino de las conversiones de Newman es un camino de la conciencia – un camino no de la subjetividad que se afirma, sino, precisamente al contrario, de la obediencia a la verdad que paso a paso se abría a él. Su tercera conversión, al Catolicismo, exigía de él abandonar casi todo lo que le era precioso: sus bienes y su profesión, su grado académico, los vínculos familiares y muchos amigos. La renuncia que la obediencia a la verdad, su conciencia, le pedía, iba más allá. Newman había sido siempre consciente de tener una misión hacia Inglaterra. Pero en la teología católica de su tiempo, su voz apenas podía oírse. Era demasiado extraña respecto a la forma dominante del pensamiento teológico y también de la piedad. En enero de 1863 escribió en su diario estas frases conmovedoras: “Como protestante, mi religión me parecía mísera, pero no mi vida. Y ahora, como católico, mi vida es mísera, pero no mi religión”. No había llegado aún la hora de su eficacia. En la humildad y en la oscuridad de la obediencia, tuvo que esperar hasta que su mensaje fuera utilizado y comprendido. Para poder afirmar la identidad entre el concepto que Newman tenía de la conciencia y la moderna comprensión subjetiva de la conciencia, se hace referencia a su palabra según la cual él – si hubiera tenido que hacer un brindis – habría brindado por la conciencia y después por el Papa. Pero en esta afirmación, “conciencia” no significa la última obligatoriedad de la intuición subjetiva. Es la expresión de la accesibilidad y de la fuerza vinculante de la verdad: en ello se funda su primado. Al Papa se le puede dedicar el segundo brindis, porque su tarea es exigir la obediencia a la verdad.

Tengo que renunciar a hablar de los viajes tan significativos a Malta, a Portugal y a España. En ellos se ha hecho nuevamente visible que la fe no es algo del pasado, sino un encuentro con Dios que vive y actúa ahora. Él nos desafía y se opone a nuestra pereza, pero precisamente así nos abre el camino hacia la felicidad verdadera.

Excita, Domine, potentiam tuam, et veni!“. Hemos partido de la invocación de la presencia y del poder de Dios en nuestro tiempo y de la experiencia de su aparente ausencia. Si abrimos nuestros ojos, precisamente en la retrospectiva del año que llega a su fin, puede hacerse visible que el poder y la bondad de Dios están presentes de muchas maneras también hoy. Así todos tenemos motivos para darle gracias. Con el agradecimiento al Señor renuevo mi agradecimiento a todos los colaboradores. Quiera Dios concedernos a todos una Santa Navidad y acompañarnos con su bondad en el próximo año.

Confío estos deseos a la intercesión de la Virgen santa, Madre del Redentor, y a todos vosotros y a la gran familia de la Curia Romana imparto de corazón la Bendición Apostólica. ¡Feliz Navidad!

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez ©Libreria Editrice Vaticana]

 

Diccionario Benedicto XVI

De cómo el Papa trabaja para dar un sentido a cada palabra y una palabra a cada realidad

Para acceder directamente al Diccionario, pulse aquí

((per accedir a la versió en català, premeu aquí))

El 18/4/05, en la Misa previa a la elección del Papa, el entonces Cardenal Ratzinger avisa: “Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos”. Cinco años más tarde se confirma como una de las principales tareas de Benedicto XVI la labor de clarificación semántica en un mundo con gran ambigüedad de conceptos, según expresión reciente de Joaquín Navarro-Valls. Para resolver el actual “problema de lenguaje”, se ha propuesto dar un sentido a cada palabra y una palabra a cada realidad. De esta manera, va completando un diccionario de conceptos disponibles a quien quiera usarlos para navegar en estas aguas posmodernas.

En este apartado se irán publicando algunas de las definiciones que Benedicto XVI está proponiendo a través de sus intervenciones y textos publicados. Para acceder al Diccionario, pinche aquí.

El rabí Neusner escriu sobre el seu amic el Papa Benet XVI

El rabí nord-americà Jacob Neusner, considerat un dels grans biblistes del panorama internacional, ha traçat un breu balanç dels cinc anys de pontificat del seu amic el Papa Benet XVI.

Font: Flama.info // http://www.flama.info/modules.php?name=news&idnew=6449&idissue=1176&newlang=spanish

Article original: https://bxvi.wordpress.com/2010/04/18/la-forza-della-ragione-nel-confronto-con-le-altre-religioni/

En els seus primers cinc anys de papat, “Benet XVI ha donat mostres de la seva humilitat, generositat i amor”, escriu en un article publicat recentment en el Corriere della Sera . No obstant això, afegeix, “el món necessita temps per acostumar-se a aquest Papa-erudit, que afronta directament i sense cavil·lacions les qüestions fonamentals”.

El rabí, de 77 anys, que va conèixer personalment a Benet XVI durant la seva visita a la sinagoga de Nova York, el 2008, ressalta que el Papa “parla com un erudit i pronuncia veritats cristianes així com les enunciava l’infal·lible bisbe de Roma. Un estudiós ha d’actuar d’aquesta manera”.

Pel que fa a la trobada que va mantenir amb el Sant Pare a Roma al gener passat, recorda que en preguntar-li quines eren les seves intencions una vegada completat el segon volum de “Jesús de Natzaret”, el Papa va respondre amb un somriure: “Cap més. Aquest és el meu últim llibre. Tinc altres compromisos que afrontar”.

En el seu primer volum sobre “Jesús de Natzaret”, el Pontífex reconeix la gran ajuda que va suposar la lectura del llibre de Neusner, “Un rabí parla amb Jesús”, volum publicat als Estats Units el 1993 i que va aparèixer el 2008 en castellà.

“El que el món ha après en els últims cinc anys sobre el Papa-erudit és el preu que l’acadèmia paga per sostenir la veritat i mantenir la pròpia integritat. La infal·libilitat té el seu preu. La gent prefereix polítics capaços d’intervenir en lloc de personatges crítics i propensos a les controvèrsies. Això és el que ens ensenyen els papes-estudiosos en general. Però el que he après del Papa Benet XVI, en particular, és una mica més. La genuïna integritat d’aquest home i la seva capacitat d’exposar la veritat a la humanitat”.

Carta pastoral de Benet XVI als catòlics d’Irlanda

Font: http://parroquiasarria.free.fr/benetirl.doc

1. Estimats germans i germanes de l’Església a Irlanda: us escric amb gran preocupació com a Pastor de l’Església universal. Igualment que vosaltres estic profundament consternat per les notícies relatives a l’abús de nens i joves indefensos per part de membres de l’Església a Irlanda, especialment sacerdots i religiosos. Comparteixo el neguit i el sentiment de traïció que molts de vosaltres varen experimentar en assabentar-vos  d’aquests actes pecaminosos i criminals i de la manera en que van ser afrontats per les autoritats de l’Església a Irlanda.

Com sabeu, vaig convidar fa poc els bisbes d’Irlanda a una reunió a Roma per tal que informessin sobre com varen afrontar aquestes qüestions en el passat i indiquessin els passos que havien donat per a fer front a una situació tan greu. Juntament amb alguns alts prelats de la Cúria Romana vaig escoltar el que havien de dir, tant individualment com en grup, sigui sobre l’anàlisi dels errors comesos i les lliçons apreses, com sobre la descripció dels programes i procediments actualment en curs. Les nostres discussions van ser franques i constructives. Estic segur que, com a resultat, els bisbes estan ara en una posició més forta per a continuar la tasca de reparar les injustícies del passat i d’abordar qüestions més àmplies relacionades amb l’abús dels nens de manera conforme amb les exigències de la justícia i els ensenyaments de l’Evangeli.

2. Per la meva part, tenint en compte la gravetat d’aquests delictes i la resposta sovint inadequada que han rebut per part de les autoritats eclesiàstiques del vostre país, he decidit escriure aquesta carta pastoral per expressar la meva proximitat, i proposar-vos  un camí de curació, renovació i reparació.

És veritat, com han observat moltes persones al vostre país, que el problema de l’abús de menors no és específic d’Irlanda o de l’Església. No obstant això, la tasca que teniu ara davant vostre és la de fer front al problema dels abusos ocorreguts dins de la comunitat catòlica d’Irlanda i de fer-ho amb coratge i determinació. Que ningú no s’imagini que aquesta dolorosa situació es resolgui aviat. S’han donat passos positius, però encara queda molt per fer. Necessitem perseverança i oració, amb gran fe en la força salvadora de la gràcia de Déu.

Al mateix temps, haig també d’expressar la meva convicció que per a recuperar-se d’aquesta dolorosa ferida, l’Església a Irlanda, ha de reconèixer en primer lloc davant Déu i davant dels altres, els greus pecats comesos contra nens indefensos. Aquest reconeixement, juntament amb un sincer dolor pel dany causat a les víctimes i les seves famílies, ha de desembocar en un esforç conjunt per a garantir que en el futur els nens estiguin protegits de semblants delictes.

Mentre us enfronteu als reptes d’aquest moment, us demano que recordeu la ‘roca de la qual vau ser tallats’ (Isaïes 51, 1). Reflexioneu sobre la generosa i sovint heroica contribució oferta a l’Església i a la humanitat per generacions d’homes i dones irlandesos, i feu que d’aquesta reflexió en broti l’impuls per a un honest examen de consciència personal i per a un sòlid programa de renovació de l’Església i de l’individu. Prego perquè, assistida per la intercessió dels seus nombrosos sants i purificada per la penitència, l’Església a Irlanda superi aquesta crisi i torni a ser un cop més testimoni convincent de la veritat i la bondat de Déu Totpoderós, que es manifesta en el seu Fill Jesucrist.

3. Al llarg de la història, els catòlics irlandesos han demostrat ser, tant en la seva pàtria com fora d’ella, una força motriu del bé. Monjos celtes com sant Columbà varen difondre l’evangeli a l’Europa occidental i van establir les bases de la cultura monàstica medieval. Els ideals de santedat, caritat i saviesa transcendent, nascuts de la fe cristiana, van quedar plasmats en la construcció d’esglésies i monestirs i en la creació d’escoles, biblioteques i hospitals, que van contribuir a consolidar la identitat espiritual d’Europa. Aquells missioners irlandesos devien la seva força i la seva inspiració a la fermesa de la seva fe, al fort lideratge i a la rectitud moral de l’Església en la seva terra natal.

A partir del segle XVI, els catòlics a Irlanda van travessar per un llarg període de persecució, durant el qual van lluitar per mantenir viva la flama de la fe en circumstàncies difícils i perilloses. Sant Oliver Plunkett, màrtir i arquebisbe d’Armagh, és l’exemple més famós d’una multitud de coratjosos  fills i filles d’Irlanda disposats a donar la seva vida per la fidelitat a l’Evangeli. Després de l’Emancipació Catòlica, l’Església va ser lliure de nou per tornar a créixer. Les famílies i una infinitat de persones que havien conservat la fe en el moment de la prova es van convertir en l’espurna d’un gran renaixement del catolicisme irlandès al segle XIX. L’església escolaritzava, especialment els pobres, el qual va suposar una important contribució a la societat irlandesa. Entre els fruits de les noves escoles catòliques es compta l’augment de les vocacions: generacions de sacerdots missioners, germanes i germans, van deixar la seva pàtria per servir en tots els continents, sobretot en el  món de parla anglesa. Eren excepcionals, no només per l’amplitud del seu nombre, sinó també per la força de la fe i la solidesa del seu compromís pastoral. Moltes diòcesis, especialment a l’Àfrica, Amèrica i Austràlia, s’han beneficiat de la presència de clergues i religiosos irlandesos, que varen predicar l’Evangeli i van fundar parròquies, escoles i universitats, clíniques i hospitals, obertes tant als catòlics, com la resta de la societat, prestant una atenció particular a les necessitats dels pobres.

En gairebé totes les famílies irlandeses, hi ha hagut sempre algú – un fill o una filla, un oncle o una tieta, que van donar les seves vides a l’Església. Amb raó, les famílies irlandeses tenen un gran respecte i afecte pels seus éssers estimats que van dedicar la vida a Crist, compartint el do de la fe amb els altres i traduint-la en accions servint amb amor a Déu i al proïsme.

4. En les últimes dècades, però, l’Església en el vostre país ha hagut d’enfrontar-se a nous i greus reptes per a la fe a causa de la ràpida transformació i secularització de la societat irlandesa. El canvi social ha estat molt ràpid i sovint ha repercutit adversament en la tradicional adhesió de les persones als ensenyaments i valors catòlics. Així mateix, les pràctiques sagramentals i devocionals que sustenten la fe i la fan créixer, com la confessió freqüent, la pregària diària i els recessos anuals es van deixar, amb freqüència, de costat.

També va ser significativa en aquest període la tendència, fins i tot per part dels sacerdots i religiosos, a adoptar formes de pensament i de judici de la realitat secular sense referència suficient a l’Evangeli. El programa de renovació proposat pel Concili Vaticà II va ser de vegades mal entès i, a més, a la llum dels profunds canvis socials que estaven tenint lloc, no era gens fàcil discernir la millor manera de realitzar-lo. En particular, hi va haver una tendència, motivada per bones intencions, però equivocada, d’evitar els enfocaments penals de les situacions canònicament irregulars. En aquest context general hem de tractar d’entendre l’inquietant problema d’abús sexual de nens, que ha contribuït no poc a l’afebliment de la fe i la pèrdua de respecte per l’Església i els seus ensenyaments.

Només examinant acuradament els nombrosos elements que han donat lloc a la crisi actual és possible fer un diagnòstic clar de les causes i trobar les solucions eficaces. Certament, entre els factors que han contribuït a ella, podem enumerar: els procediments inadequats per a determinar la idoneïtat dels candidats al sacerdoci i a la vida religiosa, la insuficient formació humana, moral, intel·lectual i espiritual en els seminaris i noviciats, la tendència de la societat a afavorir el clergat i altres figures d’autoritat i una preocupació fora de lloc pel bon nom de l’Església i per evitar escàndols el resultat de la qual cosa va ser la falta d’aplicació de les penes canòniques en vigor i de la salvaguarda de la dignitat de cada persona. És necessària una acció urgent per a contrarestar aquests factors, que han tingut conseqüències tan tràgiques per a la vida de les víctimes i les seves famílies i han enfosquit tant la llum de l’Evangeli, com no ho havien fet segles de persecució.

5. En diverses ocasions, des de la meva elecció a la Seu de Pere, he volgut trobar-me  amb les víctimes d’abusos sexuals i estic disposat a seguir fent-ho en el futur. He parlat amb ells, he escoltat les seves històries, he constatat el seu sofriment, he resat amb ells i per ells. Anteriorment, en el meu pontificat, preocupat per abordar aquesta qüestió, vaig demanar als bisbes d’Irlanda, durant la visita “ad limina” de 2006 que “establissin la veritat del que va passar en el passat i prenguessin totes les mesures necessàries per a evitar que passés de nou, per tal d’assegurar que els principis de justícia siguin plenament respectats i, sobretot, per curar a les víctimes i a tots els afectats per aquests crims atroços”(Discurs als bisbes d’Irlanda, el 28 d’octubre de 2006).

Amb aquesta carta, us vull exhortar a tots vosaltres, com a poble de Déu a Irlanda, a reflexionar sobre les ferides infligides al cos de Crist, els remeis necessaris i de vegades dolorosos, per embenar-les i i curar-les, i la necessitat de la unitat, la caritat i l’ajuda mútua en el llarg procés de recuperació i renovació eclesial. Em dirigeixo ara a vosaltres amb paraules que em surten del cor, i vull parlar a cadascun de vosaltres i a tots vosaltres com a germans i germanes en el Senyor.

6. A les víctimes d’abusos i les seves famílies

Heu patit immensament i això m’afligeix molt. Sé que res no pot esborrar el mal que heu suportat. La vostra confiança ha estat traïda i violada la vostra dignitat. Molts de vosaltres han experimentat que quan van tenir el valor suficient per parlar del que els havia passat, ningú no volia escoltar-los. Aquells que van patir abusos en els internats han d’haver sentit que no hi havia manera d’escapar del seu dolor. És comprensible que us sigui difícil perdonar o reconciliar-vos amb l’Església. En el seu nom, expresso obertament la vergonya i el remordiment que sentim tots. Al mateix temps, us demano que no perdeu l’esperança. En la comunió amb l’Església és on ens trobem amb la persona de Jesucrist, que va ser ell mateix una víctima de la injustícia i el pecat. Com vosaltres, encara porta les ferides del seu sofriment injust. Ell entén la profunditat del vostre dolor i la persistència del seu efecte en les vostres vides i les vostres relacions amb els altres, incloent-hi la vostra relació amb l’Església.

Sé que a alguns de vosaltres els resulta difícil fins i tot d’entrar en una església després del que ha succeït. No obstant això, les ferides de Crist, transformades pel seu sofriment redemptor, són els instruments que han trencat el poder del mal i ens fan renéixer a la vida i l’esperança. Crec fermament en el poder curatiu del seu amor sacrificial – fins i tot en les situacions més fosques i desesperades – que allibera i porta la promesa d’un nou començament.

Al dirigir-me a vosaltres com un pastor, preocupat pel benestar de tots els fills de Déu, us demano humilment que reflexioneu sobre el que he dit. Us prego que, acostant-vos a Crist i participant en la vida de la seva Església – una Església purificada per la penitència i renovada en la caritat pastoral – pugueu descobrir de nou l’amor infinit de Crist per cada un de vosaltres. Estic segur que d’aquesta manera sereu capaços de trobar reconciliació, profunda curació interior,  i pau.

7. Als sacerdots i religiosos que han abusat de nens
Heu traït la confiança dipositada en vosaltres per joves innocents i pels seus pares. Heu de respondre d’això davant Déu Totpoderós i davant els tribunals degudament constituïts. Heu perdut l’estima de la gent d’Irlanda i  abocat vergonya i deshonor sobre els vostres semblants. Aquells de vosaltres que són sacerdots han violat la santedat del sagrament de l’Ordre, en el qual Crist mateix es fa present en nosaltres i en les nostres accions. Juntament amb l’immens dany causat a les víctimes, un mal enorme s’ha fet a l’Església i a la percepció pública del sacerdoci i de la vida religiosa.

Us exhorto a examinar la vostra consciència, a assumir la responsabilitat dels pecats que heu comès i a expressar amb humilitat el vostre pesar. El penediment sincer obre la porta al perdó de Déu i a la gràcia de la veritable esmena.

Heu de tractar d’expiar personalment les vostres accions oferint oracions i penitències per aquells que heu ofès. El sacrifici redemptor de Crist té el poder de perdonar fins i tot el més greu dels pecats i d’extreure el bé fins i tot del més terrible dels mals. Al mateix temps, la justícia de Déu ens porta a donar compte de les nostres accions sense amagar res. Admeteu obertament la vostra culpa, sotmeteu-vos a les exigències de la justícia, però no desespereu de la misericòrdia de Déu.

8. Als pares
Us heu sentit profundament indignats i commocionats al conèixer els fets terribles que succeïen en el que havia d’ haver estat l’entorn més segur per a tots. En el món d’avui no és fàcil construir una llar i educar els fills. Es mereixen créixer amb seguretat, afecte i amor, amb un fort sentit de la seva identitat i el seu valor. Tenen dret a ser educats en els autèntics valors morals arrelats en la dignitat de la persona humana, a inspirar-se en la veritat de la nostra fe catòlica i a aprendre els patrons de comportament i acció que duguin a la sana autoestima i la felicitat duradora. Aquesta tasca noble però exigent està confiada en primer lloc a vosaltres, pares. Us convido a exercir el vostre paper per a garantir als nens les  millors atencions possibles, tant a la llar com en la societat en general, mentre l’Església, per la seva banda, segueix aplicant les mesures adoptades en els últims anys per a protegir els joves en els ambients parroquials i escolars. Us asseguro que estic prop de vosaltres i us ofereixo el suport de les meves pregàries mentre compliu les vostres grans responsabilitats

9. Als nens i joves d’Irlanda
Vull adreçar-vos una paraula especial d’encoratjament. La vostra experiència de l’Església és molt diferent de la dels vostres pares i avis. El món ha canviat des que ells tenien la vostra edat. No obstant això, totes les persones, en cada generació,  estan cridades a recórrer el mateix camí durant la vida, siguin quines siguin les circumstàncies. Tots estem escandalitzats pels pecats i errors d’alguns membres de l’Església, en particular dels que van ser escollits especialment per a guiar i servir els joves. Però és en l’Església on trobareu Jesucrist que és el mateix ahir, avui i sempre (cf. He 13, 8). Ell us estima i es va lliurar per vosaltres a la creu. ¡Busqueu una relació personal amb ell dins de la comunió de la seva Església, perquè ell mai no trairà la vostra confiança! Només Ell pot satisfer els vostres anhels més profunds i donar ple sentit a les vostres vides, orientant-les al servei dels altres. Mantingueu la vostra mirada fixa en Jesús i la seva bondat,  i protegiu la flama de la fe en els vostres cors. Espero en vosaltres perquè, juntament amb els vostres germans catòlics a Irlanda, sigueu fidels deixebles del nostre Senyor i aporteu l’entusiasme i l’idealisme tan necessaris per a la reconstrucció i la renovació de la nostra estimada Església.

10. Als sacerdots i religiosos d’Irlanda
Tots nosaltres estem patint les conseqüències dels pecats dels nostres germans que han traït una obligació sagrada o no han afrontat de forma justa i responsable les denúncies d’abusos. A la llum de l’escàndol i la indignació que aquests fets han causat, no només entre els fidels laics, sinó també entre vosaltres i les vostres comunitats religioses, molts us sentiu desanimats i fins i tot abandonats. Sóc també conscient que als ulls d’alguns apareixeu titllats de culpables per associació, i que us consideren com si fóssiu d’alguna manera responsable dels delictes dels altres. En aquest temps de patiment, vull aixecar acte de la vostra dedicació com sacerdots i religiosos i del vostre apostolat, i us convido a refermar la vostra fe en Crist, el vostre amor per la seva Església i la vostra confiança en les promeses evangèliques de la redempció, el perdó i la renovació interior. D’aquesta manera, podreu demostrar a tots que on va abundar el pecat, va sobreabundar la gràcia (cf. Rm 5, 20).
Sé que molts esteu decebuts, desconcertats i enfurismats per la manera en què alguns dels vostres superiors van abordar aquestes qüestions. No obstant això, és essencial que coopereu estretament amb els que ostenten l’autoritat i col·laboreu en garantir que les mesures adoptades per a respondre a la crisi siguin veritablement evangèliques, justes i eficaces. Per sobre de tot, us demano que sigueu cada vegada més clarament homes i dones de pregària, que segueixen amb valentia el camí de la conversió, la purificació i la reconciliació. D’aquesta manera, l’Església a Irlanda cobrarà nova vida i vitalitat gràcies al vostre testimoni del poder redemptor de Déu que es fa visible en les vostres vides.

11. Als meus germans, els bisbes
No es pot negar que alguns de vosaltres i dels vostres predecessors han fracassat, de vegades lamentablement, a l’hora d’aplicar les normes, codificades des de fa molt de temps, del dret canònic sobre els delictes d’abusos de nens. S’han comès greus errors en la resposta a les acusacions. Reconec que era molt difícil comprendre la magnitud i la complexitat del problema, obtenir informació fiable i prendre decisions adequades en funció dels parers contradictoris dels experts. No obstant això, cal reconèixer que es van cometre greus errors de judici i hi va haver falles de direcció. Tot això ha soscavat greument la vostra credibilitat i eficàcia. Valoro els esforços duts a terme per a remeiar els errors del passat i per a garantir que no tornin a passar. A més d’aplicar plenament les normes del dret canònic concernents als casos d’abusos de nens, seguiu cooperant amb les autoritats civils en l’àmbit de la seva competència. Està clar que els superiors religiosos han de fer el mateix. També ells van participar en les recents reunions a Roma amb el propòsit d’establir un enfocament clar i coherent d’aquestes qüestions. És imperatiu que les normes de l’Església a Irlanda per a la salvaguarda dels nens siguin constantment revisades i actualitzades i que s’apliquin plena i imparcialment, en conformitat amb el dret canònic.

Només una acció decisiva duta a terme amb total honestedat i transparència restablirà el respecte i l’afecte del poble irlandès per l’Església a la que hem consagrat les nostres vides. Cal començar, en primer lloc, pel vostre examen de consciència personal, la purificació interna i la renovació espiritual. El poble d’Irlanda, amb raó, espera que sigueu homes de Déu, que sigueu sants, que visqueu amb senzillesa, i busqueu dia rere dia la conversió personal. Per a ells, en paraules de Sant Agustí, sou un bisbe, i no obstant això, amb ells esteu cridats a ser un deixeble de Crist (cf. Sermó 340, 1). Us exhorto a renovar el vostre sentit de responsabilitat davant Déu, per créixer en solidaritat amb el vostre poble i aprofundir la vostra atenció pastoral amb tots els membres del vostre ramat. En particular, preocupeu-vos per la vida espiritual i moral de cada un dels vostres sacerdots. Serviu-los d’exemple amb la vostra pròpia vida, estigueu a prop d’ells, escolteu les seves preocupacions, oferiu-los coratge en aquest moment de dificultat i alimenteu la flama del seu amor per Crist i el seu compromís al servei dels seus germans i germanes.
Així mateix, cal encoratjar els laics a que exerceixin el paper que els correspon en la vida de l’Església. Assegureu-vos de la seva formació perquè puguin, de forma articulada i convincent donar raó de l’Evangeli enmig de la societat moderna (cf. 1 Pe 3, 15), i cooperin més plenament en la vida i missió de l’Església. Això, al seu torn, us ajudarà a tornar a ser guies i testimonis creïbles de la veritat redemptora de Crist.

12. A tots els fidels d’Irlanda
L’experiència d’un jove en l’Església hauria sempre de fructificar en la seva trobada personal i vivificadora amb Jesucrist, dins d’una comunitat que l’estima i el sosté. En aquest entorn, caldria animar els joves a assolir la seva plena alçada humana i espiritual, a aspirar als alts ideals de santedat, caritat i veritat i a inspirar-se en la riquesa d’una gran tradició religiosa i cultural. A la nostra societat cada vegada més secularitzada en què fins i tot els cristians sovint troben difícil parlar de la dimensió transcendent de la nostra existència, hem de trobar noves maneres per transmetre als joves la bellesa i la riquesa de l’amistat amb Jesucrist en la comunió de la seva Església. Per a resoldre la crisi actual, les mesures que contrarestin adequadament els delictes individuals són essencials però no suficients: cal una nova visió que inspiri a la generació actual i les futures generacions a atresorar el do de la nostra fe comuna. Seguint el camí indicat per l’Evangeli, observant els manaments, i conformant les vostres vides cada vegada més a la figura de Jesucrist, experimentareu amb seguretat la renovació profunda que necessita amb urgència la nostra època. Convido a tots a perseverar en aquest camí.

13. Estimats germans i germanes en Crist, profundament preocupat per tots vosaltres en aquest moment de dolor, en el qual la fragilitat de la condició humana es revela tan clarament, us he volgut oferir paraules d’encoratjament i de suport. Espero que les accepteu com un signe de la meva proximitat espiritual i de la meva confiança en la vostra capacitat per afrontar els reptes del moment actual, recorrent, com a font de renovada inspiració i fortalesa a les nobles tradicions d’Irlanda de fidelitat a l’Evangeli, perseverança en la fe i determinació en la recerca de la santedat. En solidaritat amb tots vosaltres, prego amb insistència per tal que, amb la gràcia de Déu, les ferides infligides a tantes persones i famílies puguin curar-se i perquè l’Església a Irlanda experimenti una època de renaixement i renovació espiritual.

14. Voldria proposar, a més, algunes mesures concretes per abordar la situació.

Al final de la meva reunió amb els bisbes d’Irlanda, els vaig demanar que la Quaresma d’aquest any es considerés un temps de pregària per a l’efusió de la misericòrdia de Déu i dels dons de santedat i fortalesa de l’Esperit Sant sobre l’Església al vostre país . Ara us convido tots a oferir durant un any, des d’ara fins a la Pasqua de 2011, la penitència dels divendres per a aquest fi. Us demano que oferiu el dejuni, les pregàries, la lectura de la Sagrada Escriptura i les obres de misericòrdia per la gràcia de la curació i la renovació de l’Església a Irlanda. Us animo a redescobrir el sagrament de la Reconciliació i a utilitzar amb més freqüència el poder transformador de la seva gràcia.
Cal prestar també especial atenció a l’adoració eucarística, i en cada diòcesi hi ha d’haver esglésies o capelles específicament dedicades a això. Demano a les parròquies, seminaris, cases religioses i monestirs que organitzin períodes d’adoració eucarística, perquè tots tinguin l’oportunitat de participar. Mitjançant l’oració fervent davant la presència real del Senyor, podeu acomplir la reparació pels pecats d’abusos que han causat tant mal,  i al mateix temps, implorar la gràcia d’una força renovada i un sentit més profund de missió per part de tots els bisbes , sacerdots, religiosos i fidels. Estic segur que aquest programa conduirà a un renaixement de l’Església a Irlanda en la plenitud de la veritat de Déu, perquè la veritat ens fa lliures (cf. Jo 8, 32).
A més, després d’haver resat i consultat sobre el tema, tinc la intenció de convocar una Visita Apostòlica en algunes diòcesis d’Irlanda, així com en els seminaris i congregacions religioses. La visita té per objecte ajudar a l’Església local en el seu camí de renovació i s’establirà en cooperació amb les oficines competents de la Cúria Romana i de la Conferència Episcopal Irlandesa. Els detalls seran anunciats en el seu degut moment.

També proposo que es convoqui una missió a nivell nacional per a tots els bisbes, sacerdots i religiosos. Espero que gràcies als coneixements de predicadors experts i organitzadors de recessos a Irlanda, i en altres llocs, mitjançant la revisió dels documents conciliars, els ritus litúrgics de l’ordenació i professió, i els recents ensenyaments pontifícis, arribeu a una valoració més profunda de les vostres vocacions respectives, per tal de redescobrir les arrels de la vostra fe en Jesucrist i de beure a fons en les fonts d’aigua viva que us ofereix a través de la seva Església.

En aquest any dedicat als sacerdots, us proposo de manera especial la figura de Sant Joan Maria Vianney, que tenia una rica comprensió del misteri del sacerdoci. “El sacerdot -va escriure- té la clau dels tresors del cel: és el que obre la porta, és el majordom del bon Déu, l’administrador dels seus béns.” El rector d’Ars va entendre perfectament la gran benedicció que suposa per a una comunitat un sacerdot bo i sant: “Un bon pastor, un pastor d’acord amb el cor de Déu és el tresor més gran que Déu pot donar a una parròquia i un dels més preciosos dons de la misericòrdia divina “. Que per la intercessió de Sant Joan Maria Vianney es revitalitzi el sacerdoci a Irlanda i tota l’Església a Irlanda creixi en l’estima del gran do del ministeri sacerdotal.

Aprofito aquesta oportunitat per a donar les gràcies anticipadament a tots aquells que ja estan dedicats a la tasca d’organitzar la Visita Apostòlica i la Missió, així com als molts homes i dones en tota Irlanda que ja estan treballant per protegir els nens en els ambients eclesials. Des del moment en què es va començar a entendre plenament la gravetat i la magnitud del problema dels abusos sexuals de nens en institucions catòliques, l’Església ha portat a terme una quantitat immensa de treball en moltes parts del món per fer-hi front i posar-hi remei. Si bé no s’ha d’escatimar cap esforç per a millorar i actualitzar els procediments existents, m’anima el fet que les pràctiques vigents de tutela, adoptades per les esglésies locals, es consideren en algunes parts del món, un model per a altres institucions.
Vull concloure aquesta carta amb una Pregària especial per l’Església a Irlanda, que us deixo amb l’atenció que un pare presta als seus fills i l’afecte d’un cristià com vosaltres, escandalitzat i ferit pel que ha passat a la nostra estimada Església. Quan pregueu aquesta pregària a les vostres famílies, parròquies i comunitats, la Santíssima Mare de Déu us protegeixi i guiï a cada un de vosaltres cap a una unió més estreta amb el seu Fill, crucificat i ressuscitat. Amb gran afecte i confiança indestructible en les promeses de Déu, us imparteixo a tots la meva benedicció apostòlica com a penyora de fortalesa i pau en el Senyor.

Des del Vaticà, 19 de març de 2010, Solemnitat de Sant Josep,

Benedictus PP. XVI

Pregària per l’Església a Irlanda

Déu dels nostres pares,

renoveu-nos en la fe que és la nostra vida i salvació,

en l’esperança que promet el perdó i la renovació interior,

en la caritat que purifica i obre els nostres cors,

en el vostre perdó, i a través vostre, en l’amor de tots els nostres germans i germanes.

Senyor Jesucrist,

que l’Església a Irlanda renovi el seu compromís mil·lenari

en la formació dels nostres joves en el camí de la veritat, la bondat,

la santedat i el servei generós a la societat.

Que el nostre dolor i les nostres llàgrimes,

el nostre sincer esforç per a redreçar els errors del passat

i el nostre ferm propòsit d’esmena,

donin una collita abundant de gràcia

per a l’aprofundiment de la fe,

en les nostres famílies, parròquies, escoles i associacions,

per al progrés espiritual de la societat irlandesa,

i el creixement de la caritat, la justícia, l’alegria i la pau en tota la família humana.

A vós, Trinitat,

amb la plena confiança en la protecció de Maria,

Reina d’Irlanda, Mare nostra,

i de Sant Patrici, Santa Brígida i totes els sants,

confiem les nostres persones, la dels nostres fills,

i confiem les necessitats de l’Església a Irlanda.