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Salvar a los cristianos de Oriente (El Pais 9/01/2011)

Autor: Bernard-Henri Levy

Fuente: http://www.bernard-henri-levy.com/salvar-a-los-cristianos-de-oriente-el-pais-9012011-13429.html

Empezar con las presidenciales? ¿Strauss-Kahn, de lejos el mejor? ¿Fabius, que, en su defecto, podría imponerse? ¿El gran cadáver caído de espaldas al que habrá que intentar reanimar, dado que ni supo ni quiso transformarse?
¿Volver sobre el caso Sakineh y el cinismo de los jueces policía que multiplican los montajes y las falsas confesiones orquestadas y quieren presentarnos como un progreso el paso de la lapidación al ahorcamiento?

¿Darle vueltas al doble proceso que interponen contra mí, por el mismo artículo, un grupúsculo de extrema derecha y un veterano de Le Monde Diplomatique?

Prefiero de lejos ocuparme de lo que me parece el acontecimiento más brutal, más cargado de trágicas consecuencias, de este comienzo del año 2011: me refiero al atentado que, la noche de Año Nuevo, causó 21 muertos y 79 heridos entre los fieles de la iglesia de Al Kidissine, en Alejandría.

Este atentado era la culminación de una serie de ataques que, en Nigeria, Filipinas y otros lugares, habían ensangrentado la noche de Navidad. Tenía lugar al término de un año marcado, entre otras cosas, por la matanza de la catedral de Bagdad. De forma que es cada vez menos discutible que estamos ante una persecución de masas en toda regla. ¿Difícil de concebir, dado que se trata de una religión que durante mucho tiempo fue dominante, por no decir dominadora e intolerante? Tal vez. Pero, sin embargo, cierto. Y Benedicto XVI tiene sobrados motivos para afirmar que actualmente los cristianos son el grupo religioso que sufre « el mayor número de persecuciones » en el mundo.

Este atentado, como todos los demás, tenía como objetivo una comunidad cuya historia se confunde con la de la región. Esta oleada de actos terroristas diezma unas Iglesias de las que acaso no todo el mundo sepa que fueron (los coptos de Egipto) mayoritarias durante mucho tiempo o, en todo caso (Siria), anteriores a la llegada del islam. De modo que quienes los perpetran no solamente son unos bárbaros, sino también unos imbéciles que, al pretender erradicar la « división en tierras del islam », atacan lo que constituye el alma de la región. ¿La fechoría sería igual de grave si los cristianos de Oriente no fueran esa minoría autóctona? Por supuesto. Pero esa circunstancia es un agravante. Añade una dimensión -digamos- metafísica al gesto. Cuando el mundo árabe prescindió de los judíos y de su memoria, se cometió un crimen irreparable. Si ahora se priva de sus cristianos, si hace sufrir a las últimas comunidades católicas capaces de rezar en la lengua de Cristo lo que hizo sufrir a los descendientes de las tribus de Israel, será, no solo para él, sino para el mundo, una nueva pérdida total, una nueva ruina espiritual y moral, un nuevo desastre civilizatorio y cultural.

Ni que decir tiene que el islam está, en este asunto, en una encrucijada. O se obstina en la negación y en el lenguaje engañoso; continúa, hablando de « actos aislados », como la policía de Mubarak; se empeña, como el mismo Mubarak, en ver en estos baños de sangre una violencia contra el « país entero » y no contra « una comunidad en particular »; disculpa a los culpables; hace como Ahmed al Tayeb, el gran imán de Al Azhar, que denuncia el « punto de vista del Papa » cuando apela -en lo que al parecer constituye una insoportable « injerencia »- a detener la masacre de inocentes; y, entonces, el único camino posible será la catástrofe. O bien se impone el coraje; los intelectuales musulmanes salen de su ensordecedor y terrible silencio; los imanes se posicionan; el consejo francés del culto musulmán -que la mañana misma del 1 de enero condenaba sin equívocos la « barbarie » de este « abyecto atentado terrorista »- hace escuela; y, entonces, se impondrá lo que en mi última crónica llamaba « el honor de los musulmanes » y tal vez tengamos una oportunidad de evitar el choque de culturas que algunos desean de todo corazón, pero hay que conjurar a cualquier precio.

En cuanto a los demás, todos los demás, ¿qué deben hacer?

Antes que nada, no caer en la trampa de la falsa simetría: « ¿Vosotros no queréis iglesias? Nosotros no queremos mezquitas ». El cometido de los demócratas es elevar al prójimo por encima de sí mismos, nunca alinearse con sus peores bajezas.

No ceder tampoco al eterno argumento de los cobardes: « Cuidado con pasarse. Al defender a esas gentes, las señaláis. Al señalarlas, las ponéis en peligro ». Quienes conocen la historia del pueblo judío saben que el perfil bajo nunca ha protegido a nadie y, por el contrario, siempre ha preparado el camino a los matarifes. Al revés, hay que hablar. Hablar cuanto sea necesario. Dar fe. Indignarse. E incluso, los que pueden, rezar. Sí. ¿Por qué no, en efecto, ya que en el fondo se trata de eso, por qué no una plegaria ecuménica pronunciada con una única voz por autoridades de las tres religiones del Libro? ¿Por qué no una jornada mundial de los cristianos de Oriente y, durante esa jornada, una hora en la que se invite al planeta a unirse a través de la plegaria o el pensamiento con los perseguidos? Personalmente, haré una excepción a mi agnosticismo y no faltaré.

Traducción: José Luis Sánchez-Silva

Benedicto 16, el totalitarismo de la indiferencia y el desconcierto posmoderno

El papa alemán continuará en Barcelona y Santiago la renovación cultural del viejo continente. Está pagando el precio de los pioneros. No obstante, la historia le recordará como aquel que planteó una alternativa positiva al indiferentismo en el que la cultura europea postmoderna parecía haber sucumbido.

2010 ha sido el quinto año de pontificado de Benedicto 16. Como en los anteriores, también en este aniversario le han acompañado polémicas mediáticas. El 24 de enero, Bernard-Henry Lévy consideraba en las páginas de El País que Ratzinger estaba siendo “víctima de un juicio mediático” y “la continua manipulación de sus textos”, a propósito de su relación con los judíos . Dos meses más tarde las páginas del New York Times y de muchos otros diarios recuperaban varios casos sobre abusos sexuales de sacerdotes católicos, apuntado a una responsabilidad -nunca demostrada- de Benedicto 16 en el encubrimiento (ver resumen del caso aquí).
Una tras otra, ninguna de las polémicas ha demostrado culpabilidad alguna de Benedicto 16. John Allen, principal experto norteamericano en información católica, lo califica de “Papa de las ironías“. Por ejemplo, la de ser el Papa visto desde dentro como el gran reformador contra los abusadores sexuales y desde fuera como el gran encubridor, o la de se ser identificado como un pontífice intelectual y profesor pero ser noticia por todo menos por esta faceta.
A su paso, Benedicto 16 desata un ruido mediático ensordecedor. La reciente visita a Reino Unido ha sido otro ejemplo. Pero lo mismo ocurrió con la visita a Portugal, o el viaje a Malta: gran frialdad mediática pero cálida y masiva respuesta popular. Incluso la Misa en Escocia, el primer acto masivo en Reino Unido, consiguió reunir más de 70.000 fieles, a pesar de la intensa lluvia de malas noticias para el Papa. En Londres, la muchedumbre de Hyde Park multiplicaba por mucho el número de asistentes en las protestas. Efectivamente, es también una ironía que la persona que llega con peor prensa en cada lugar es después recibida como no lo ha sido ninguna otra personalidad.


La pregunta que se hacen muchos observadores es ¿por qué tanta agresividad hacia Benedicto 16? ¿Por qué, por ejemplo, se ignoran hechos fácilmente contrastables, como sus peticiones de perdón? ¿Por qué se ha llegado a lo que algunos han calificado de “deformación monstruosa de la realidad“?
Respuestas se han dado, con mayor o menor fortuna. El mes de agosto, dos prestigiosos vaticanistas, Andrea Tornielli y Paolo Rodari, publicaban Attacco a Ratzinger, donde descartaban la teoría de la conspiración pero sí identificaban tres fuentes de problemas para el pontífice: ataques desde fuera (laicistas, grupos feministas radicales y gays, laboratorios farmacéuticos que venden productos abortivos, abogados que piden indemnizaciones millonarias por casos de abusos), enemigos de dentro (los que plantean el Vaticano II como una ruptura y no como una renovación) y el fuego amigo de algunos de sus colaboradores.
Una de las últimas hipótesis llega de James MacMillan, compositor de la música elegida para la beatificación del Cardenal Newman, que ve a Benedicto XVI como “el peor enemigo de las feroces élites seculares británicas” procedentes de los campus europeos que protagonizaron en mayo del 68.
Otra posible interpretación sea que Benedicto 16 está representando el gran sí de Dios en una sociedad que genera indiferentismo hacia los otros, hacia el mundo y, por supuesto, hacia Dios. Josep Ramoneda -persona nada sospechosa de proximidad con el pontífice- carga precisamente en su último ensayo contra “totalitarismo de la indiferencia“. ¿No será, precisamente, esa capacidad de romper la desgana dominante, lo que convierte Benedicto 16 en un personaje incómodo?
Efectivamente, seguir atentamente sus escritos permite descubrir a un transgresor que plantea una alternativa firme a la cultura dominante, y que no se conforma en reducir la religión a mera cuestión folclórica. El 18/4/05, en la Misa previa a la elección del Papa, el entonces Cardenal Ratzinger avisa: “Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos”. Cinco años más tarde, la labor de clarificación semántica en un mundo con gran ambigüedad de conceptos se confirma como una de las principales tareas de Benedicto XVI. Se ha propuesto dar un sentido a cada palabra y una palabra a cada realidad. Afirma que “la construcción de una sociedad humana requiere fidelidad a la verdad“. Explica que hay un “problema de lenguaje” con el amor, que no se puede reducir al sentimentalismo. No confunde la ética con la estética, ni los derechos con los deseos, ni la verdad con la verosimilitud, ni la familia con una convención. Afirma que hay esperanza, y confía en la razón. Y, además, tiene un hilo de voz amable y un aspecto de anciano bondadoso.
Ironías de la vida: las reacciones desproporcionadas, las acusaciones precipitadas y la burla pública son el escenario que permite valorar mejor, por contraste, la gran novedad del discurso constructivo, amable y positivo de este Papa que algunos daban por acabado antes de empezar, pero que se está convirtiendo en el gran renovador de la Iglesia Católica.
La biografía más completa, que está a punto de salir, lo bautiza como “el Papa de la razón” y “el primer postmoderno”. De ahí el desconcierto. El desconcierto postmoderno.
Próxima estación, Santiago y Barcelona.

Marc Argemí (marcargemi@gmail.com)

Benet 16, el totalitarisme de la indiferència i el desconcert postmodern

El papa alemany continuarà a Barcelona i Santiago la renovació cultural del vell continent. Està pagant el preu dels pioners. La història el recordarà, però, com aquell que va plantejar una alternativa positiva a l’indiferentisme on la cultura europea postmoderna semblava haver-se instal·lat.

L’any 2010 ha estat el cinquè de pontificat de Benet 16. Com en els anteriors, enguany també l’han acompanyat polèmiques mediàtiques. El 24 de gener, Bernard-Henry Lévy considerava en les pàgines d’El País que Ratzinger estava essent “víctima d’un judici mediàtic” i “la continua manipulació dels seus textos”, a propòsit de la seva relació amb els jueus. Dos mesos més tard les planes del New York Times i de molts altres diaris recuperaven diversos casos sobre abusos sexuals de sacerdots catòlics, apuntat a una responsabilitat -mai demostrada- de Benet 16 en l’encobriment (vegeu resum del cas aquí).

Una rere l’altra, cap de les polèmiques ha demostrat culpabilitat alguna de Benet 16. John Allen, principal expert nordamericà en informació catòlica, l’ha qualificat de “Papa de les ironies”. Per exemple, la de ser el Papa vist des de dins com el gran reformador contra els abusadors sexuals i des de fora com el gran encobridor; o la de se ser identificat com un pontífex intel·lectual i professor però ser notícia per tot menys per aquesta faceta.

Al seu pas Benet 16 desferma un soroll mediàtic eixordador. La recent visita a Regne Unit n’ha estat un altre exemple. Però el mateix va passar amb la visita a Portugal, o el viatge a Malta: gran fredor mediàtica però una càlida i massiva resposta popular. Fins i tot, la Missa a Escòcia, el primer acte massiu al Regne Unit, aconseguí reunir més de 70.000 fidels, malgrat la intensa pluja de males notícies pel Papa. A Londres, la gran munió de gent de Hyde Park multiplicava per molt el nombre d’assistents a les protestes. Efectivament, és també una ironia que la persona que arriba amb pitjor premsa a cada lloc és després rebuda com no ho ha arribat a estar cap altre personalitat ni artista.

La pregunta que es fan molts observadors és ¿per què tanta agressivitat vers Benet 16? Per què, per exemple, s’ignoren fets fàcilment contrastables, com les seves peticions de perdó? ¿per què s’ha arribat al que alguns han qualificat de “deformació monstruosa de la realitat”?

Respostes s’han donat, amb més o menys fortuna. El mes d’agost dos prestigiosos vaticanistes, Andrea Tornielli i Paolo Rodari, publicaven Attacco a Ratzinger, on descartaven la teoria de la conspiració però identificaven tres fonts de problemes per al pontífex: atacs des de fora (laïcistes, grups feministes radicals i gais, laboratoris farmacèutics que venen productes abortius, advocats que demanen indemnitzacions milionàries per casos d’abusos), enemics de dins (els que plantegen el Vaticà II com una ruptura i no com una renovació) i el foc amic d’alguns dels seus col·laboradors.

Una de les darreres hipòtesis arriba de James MacMillan, compositor de la música escollida per la beatificació del Cardenal Newman, que veu Benet XVI com “el pitjor enemic de les ferotges èlites seculars britàniques” procedents dels campus europeus que van protagonitzar el maig del 68.

Una altra possible interpretació sigui que Benet 16 està representant el gran sí de Déu en una societat que genera indiferentisme respecte dels altres, del món i, per descomptat, respecte de Déu. Josep Ramoneda -persona gens sospitosa de proximitat amb el pontífex- carrega precisament en el seu darrer assaig contra “totalitarisme de la indiferència”. ¿No serà, precisament, aquesta capacitat de trencar la desgana dominant, allò que converteix Benet 16 en un personatge incòmode?

Efectivament, seguir atentament els seus escrits permet descobrir a un transgressor que planteja una alternativa ferma a la cultura dominant, i que no es conforma en reduir la religió a una qüestió folklòrica. El 18/04/05, en la Missa prèvia a l’elecció del Papa, el llavors Cardenal Ratzinger avisa: “Es va constituint una dictadura del relativisme que no reconeix res com definitiu i que deixa com a última mesura només el propi jo i els seus desitjos “. Cinc anys més tard, la tasca de clarificació semàntica en un món amb gran ambigüitat de conceptes es confirma com una de les principals tasques de Benet 16. S’ha proposat donar un sentit a cada paraula i una paraula a cada realitat. Afirma que “la construcció d’una societat humana requereix fidelitat a la veritat”. Explica que hi ha un “problema de llenguatge” amb l’amor, que no es pot reduir al sentimentalisme. No confon l’ètica amb l’estètica, ni els drets amb els desitjos, ni la veritat amb la versemblança, ni la família amb una convenció. Afirma que hi ha esperança, i confia en la raó. I, a més, té un fil de veu amable i un posat d’ancià bondadós.

Ironies de la vida, les reaccions desproporcionades, les acusacions precipitades i la befa pública són l’escenari que permet valorar millor, per contrast, la gran novetat del discurs constructiu, amable i positiu d’aquest Papa que alguns donaven per acabat abans de començar, però que s’està convertint en el gran renovador de l’Església Catòlica.

La biografia més completa, que està a punt de sortir, el bateja com “el Papa de la raó” i “el primer postmodern”. D’aquí el desconcert. El desconcert postmodern.

Propera parada, Santiago i Barcelona.

Marc Argemí (marcargemi@gmail.com)