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Felices Navidades y tristes verdades (o la singular forma de felicitar las fiestas de Benedicto XVI)
Cuentan los expertos que las controversias mediáticas suelen primar, con frecuencia, los elementos conflictivos por encima de la búsqueda de la verdad. El gran escándalo del 2010 para la Iglesia -los abusos sexuales del clero- va camino de convertirse en el conflicto que, en contra de lo previsto, consiguió llevar estos dos elementos a su máxima expresión.
Benedicto XVI no es amigo de felicitar la Navidad a la Curia con frases convencionales y discursos de compromiso. Así como en la primera oportunidad, en 2005, planteó abiertamente su visión de la historia de la Iglesia tras el Vaticano II (hermenéutica de la discontinuidad vs hermenéutica de la ruptura) en esta Navidad de 2010 ha afrontado sin rodeos “las grandes angustias” que han marcado la actualidad informativa en torno a los sacerdotes los últimos meses. Con su franqueza habitual, Benedicto XVI ha explicado: “hemos sido turbados cuando, precisamente en este año y en una dimensión inimaginable para nosotros, hemos tenido conocimiento de abusos contra menores cometidos por sacerdotes, que trabucan el Sacramento en su contrario: bajo el manto de lo sagrado hieren profundamente a la persona humana en su infancia y le acarrean un daño para toda la vida”. Asegura haber visto el rostro de la Iglesia “cubierto de polvo” y su vestido “desgarrado” por culpa de los sacerdotes.
Mucho se ha comentado el papel de los medios en esta polémica mediática. Desencadenado el mecanismo del chivo expiatorio, no ha sido fácil en ocasiones sustraer la razón de la espiral de acusaciones que se vertían contra el papa alemán, precisamente la persona que -pasados los días de gran conflagración- ha aparecido como el bueno de la película. La sociedad buscaba un culpable, y ese anciano vestido de blanco parecía, nunca mejor dicho, un blanco fácil. Afortunadamente, el relato informativo de los medios no está todo escrito de antemano, y los acontecimientos llevaron las plumas periodísticas por derroteros fuera de guión. Si en marzo y abril se le presentaba como el gran odiado, tras el viaje al Reino Unido y en vísperas de su visita a Barcelona y Santiago un prestigioso observador afirmaba que el Papa “ha sabido hacer llegar sus mensajes al pueblo”.
Sólo la verdad…
Quizás haya sido esto, su capacidad de conectar con el pueblo, lo que más incomodara a sus opositores. Pero esta capacidad de entender el alma del tipo corriente ni se improvisa ni es fruto de un cálculo estratégico o de un plan de comunicación. Parte del éxito de Benedicto XVI en salir airoso de un año sembrado de malas noticias responde, simplemente, a su capacidad de entender en su esencia el funcionamiento de las controversias en la opinión pública. Sabe que más allá de la polémica del gran titular hay que buscar siempre lo cierto, si algo hay de cierto en lo narrado, es decir, aquello que realmente han vivido las personas concretas que aparecen en la noticia.
En otras palabras, busca la verdad. Y esta búsqueda de la verdad, una vez más, se ha revelado no sólo como la única actitud finalmente válida, sino como la mediáticamente más fructífera. Esta actitud queda explicitada en sus recientes declaraciones a Peter Seewald sobre el escándalo de los abusos del clero: “Saltaba a la vista que la información dada por la prensa no estaba guiada por la pura voluntad de transmitir la verdad sino que había también un goce en desairar a la Iglesia y en desacreditarla lo más posible. Pero, más allá de ello, debía quedar siempre claro que, en la medida en que es verdad, tenemos que estar agradecidos por toda información. La verdad, unida al amor bien entendido, es el valor número uno. Por último, los medios no podrían haber informado de esa manera si el mal no estuviese presente en la misma Iglesia. Sólo porque el mal estaba en la Iglesia pudo ser utilizado por otros en su contra”.
En coherencia con este punto de partida, el Papa exhortó en su discurso de Navidad a la cúria a “aceptar esta humillación como una exhortación a la verdad y una llamada a la renovación. Sólo la verdad salva. Debemos preguntarnos qué podemos hacer para reparar lo más posible la injusticia cometida. Debemos preguntarnos qué era equivocado en nuestro anuncio, en toda nuestra forma de configurar el ser cristiano, de manera que una cosa semejante pudiera suceder. Debemos encontrar una nueva determinación en la fe y en el bien. Debemos ser capaces de penitencia. Debemos esforzarnos en intentar todo lo posible, en la preparación al sacerdocio, para que una cosa semejante no pueda volver a suceder”. De la mano de Benedicto XVI, el gran escándalo ha contribuido a que saliera a la luz una gran verdad, incómoda, sobre los miembros de la Iglesia. Y sólo a partir de la verdad se puede mejorar lo presente.
…Y toda la verdad
La verdad ha sido, en efecto, incómoda y dolorosa para la Iglesia. Pero la verdad no se acaba aquí. Explica Benedicto XVI: “no podemos tampoco callar sobre el contexto de nuestro tiempo en el que hemos tenido que ver estos acontecimientos. Existe un mercado de la pornografía que afecta a los niños, que de alguna forma parece ser considerado por la sociedad cada vez más como algo normal. La destrucción psicológica de niños, cuyas personas son reducidas a artículo de mercado, es un espantoso signo de los tiempos (…). Se plantea también el problema de la droga, que con fuerza creciente extiende sus tentáculos de pulpo en todo el globo terrestre (…) Todo placer resulta insuficiente y el exceso en el engaño de la embriaguez se convierte en una violencia que destruye regiones enteras, y esto en nombre de un malentendido fatal de la libertad en el que precisamente la libertad del hombre es minada y al final anulada del todo”. En el discurso, además, Benedicto XVI apunta a los fundamentos ideológicos de estos males: la apología de la pedofilia en los 70 y la sustitución de la moral por un cálculo relativista de las consecuencias.
Tan peculiar -por valiente- felicitación de Navidad prosigue después comentando el Sínodo de las Iglesias Orientales, el viaje al Reino Unido y la beatificación del cardenal Newman. El texto completo, aquí. De lectura imprescindible.
¡Feliz Navidad!
Peter Seewald: «La Iglesia católica no aceptará nunca la ordenación de mujeres»
MADRID
-Nunca antes un Papa había hablado tan abiertamente sobre el tema, pero no proclama una nueva doctrina sobre vida sexual. Deja claro que la lucha contra el sida no se puede limitar al uso o no del condón. Se trata de volver a llevar una vida sexual humana.
-Pero a los católicos en general y a las prostitutas creyentes no les queda claro si se puede usar o no.
-Yo no soy el portavoz del Papa. Ahí están sus palabras. Contestó así.
-Pero con cierta ambigüedad, quizá calculada…
-Para mí está claro. El preservativo no es la solución del problema del sida. La solución sería llevar una vida sexual más moderada y más consciente. El Papa no tiene poder para prohibir a nadie que use condón. Indica la gran dimensión del problema. Por ejemplo, la solución contra el sida podría ser la fidelidad, pero hoy esta no tiene valor.
-¿El Papa leyó el libro antes de publicarlo y le corrigió cosas?
-Sí. Lo leyó. Es un libro autorizado. E hizo muy pocas correcciones. Solo cambió aspectos que pensó que necesitaban una precisión objetiva.
-¿Sacar el tema del condón y el sida y la filtración al Osservatore Romano han formado parte de una estrategia de comunicación?
–Seguramente el asunto del sida y los preservativos haya aumentado las ventas. Pero mis dos libros anteriores también tuvieron éxito.
-¿Cree, como el Papa, que en España hay un laicismo agresivo?
-No tuve tiempo de entrar al detalle sobre ese tema con él. Quizá haya un laicismo, un resurgimiento o una tendencia. Pero similar a la de otros países de Occidente. Lo que pasa es que en España, al ser de hondas raíces católicas, resulta más llamativo.
-¿Qué cree que es lo que más le preocupa ahora mismo al Papa?
–La crisis de la Iglesia por los abusos sexuales del clero, la pederastia. También que Dios pueda desaparecer de nuestra realidad, la nebulización y el futuro del cristianismo.
-¿Cómo está afrontando el Pontífice el escándalo de la pederastia?
-Le dolió mucho. Él ya lo sabía. Los abusos dañan la imagen de la Iglesia y hacen que todo parezca sucio. Pero lo afronta con decisión. Quiere que se haga justicia, que las víctimas sean rehabilitadas e indemnizadas.
-¿Es este un Papa intelectual pero conservador, reaccionario?
–Es muy intelectual y uno de los grandes pensadores de nuestro tiempo. Al mismo tiempo, es una persona progresista. No sería valorado correctamente si no se ve la sencillez y la bondad que tiene.
-Cree que la Iglesia cambiará algún día su doctrina y admitirá el divorcio, los anticonceptivos y el sacerdocio femenino?
-Estas no son las preocupaciones de los católicos. Son preguntas de los medios de comunicación.
-¿Pero forman parte de la normas inamovibles de la Iglesia?
–Sin duda. Son normas siempre al dictado del Evangelio.
-Con el tiempo, la Iglesia ha admitido que la Tierra es redonda, que todos los humanos somos iguales…
-La Iglesia no es algo estático. No es tradicionalista en un sentido negativo. El Papa se ha definido como teólogo que parte de las bases del Evangelio. Hay cosas que se pueden cambiar. No se sabe qué se hará en 100 años con respecto al celibato de los sacerdotes, pero no se aceptará nunca la ordenación de las mujeres. El avance de la Iglesia católica no puede basarse en convertirse en otra iglesia. Ya hay una iglesia, la protestante, con ordenación de las mujeres y sin celibato. Y ha perdido muchos fieles.
-O sea, que se trata de mantener la diferencia, márketing puro.
-No frivolicemos, por favor.
-Las filtraciones de Wikileaks revelan que en EEUU Ratzinger no figuraba ni entre los 20 primeros papables y que es un Papa de transicion y muy fácil de manejar.
–Los estadounidenses no son siempre los mejor informados. Se equivocaron. Ya lleva cinco años y es una persona fresca y a la altura de los tiempos. Y mientras Dios lo permita, seguirá conduciendo la Iglesia. Tiene un estilo muy colegial, de diálogo, no es como un rey de la Iglesia, sino como un servidor. Que sea un siervo de la Iglesia no significa que sea débil.
-¿Cómo pasará a la historia?
-Como un gran maestro de la Iglesia intelectual y espiritual, que ayuda a la Iglesia a reformularse.
Belleza
“lenguaje universal y fascinante”, “senda privilegiada y fascinante para acercarse al misterio de Dios” (Roma, 18/11/09) // “Contemplar la belleza de la creación es un estímulo para reconocer el amor del Creador” (Roma, 8/12/09)